100 anos de Vera Schiller de Kohn

.

Vera-Kohn_ECMIMA20120629_0072_4-620x336.jpg (620×336)

.

“CADA MOMENTO DE MI VIDA ES EL MÁS IMPORTANTE.”

Vera Schiller de Kohn – 23 de março de 2012 – 100 anos de idade

.

Hoje, 23 de março de 2012, celebramos com alegria, gratidão e amor o centésimo ano de vida da Dra. Vera Schiller de Kohn entre nós, querida e inestimável professora do essencial.

Vera reside em Quito/Equador e comemora com sua família, amigos e pacientes.

Nós, aqui no Brasil, respiramos unidos em um só coração.

Benza, Grande Vida ! ! !

.

CADA MOMENTO DA MINHA VIDA É O MAIS IMPORTANTE.

.

https://i0.wp.com/www.larevista.ec/sites/default/files/kon1080412.jpg

 

Esta foto, de Christoph Hirtz, foi tirada no aniversário de 100 anos de Vera.

.

EL NÚCLEO SAGRADO DE VERA KOHN

por Santiago Rivadeneira Aguirre

.

Vera Schiller de Kohn, es alguien que ha sido capaz de construir, a lo largo de sus 96 años de vida, presencias como totalidades absolutas. Entiende, por eso mismo, las escisiones y las rupturas, porque las padeció cuando tuvo que dejar su país para escapar de la persecución a los judíos y de la guerra que se veía llegar.

Algún anochecer, después de un largo viaje –siempre los barcos arriban a puerto durante las últimas horas del día–, apenas avizoraron las costas de un lugar extraño como distante. Estaban ella y su esposo Karl Kohn, en alguna parte del mundo. Anhelo y miedo se unieron. Y apareció la confusión y la duda. Entonces –Vera lo rememora con fruición– los pequeños e insondables “yos”, ligados a la tormentosa como reciente memoria, reclamaron otros tiempos, nuevas formas de espera o “el milagro que debía llegar para salvarla”. ¿De qué?, se preguntó. Del apuro impaciente de no hacer nada.

Vera, de veracidad y de constancia, también de plenitud, salió a la calle para estar con la gente. Tal vez sea una máxima grandiosa o una sentencia única, pero la desterrada la ha sabido aplicar como principio medular de su existencia: “la vida no nos ha sido dada para mendigarla”.

Nació en Praga en una época en que la comunidad judía aún vivía alrededor de una sinagoga del siglo XV. Su padre fue abogado y su abuelo agricultor en Tebívlice, cerca de lo que después fue el terrible campo de concentración de Terezin. Sus ojos de un apacible azul claro, no rehuyen esos recuerdos porque aprendió a fuerza de mucha sabiduría que el amor –al ser humano, a las cosas, a la naturaleza sobre todo– es como el tiempo que aparentemente no poseemos.

La inmigración estuvo presente en su infancia, al principio de manera indirecta como cuando veía a los inmigrantes eslovacos haciendo largas filas para esperar el ferrocarril que los llevaría hasta el puerto y desde ahí a Estados Unidos.

Ella misma se imaginaba viajando a otros países hasta que, tiempo después, creó una relación que conectaba sus vivencias con el método que actualmente emplea para tratar a sus pacientes. En su libro Terapia iniciática. Hacia el núcleo sagrado, cuenta que a los siete años tuvo un sueño en el que descendía por una escalera hacia el centro de la tierra, hasta el fuego. “Allí había una vieja que lo cuidaba. Yo tenía que saltar sobre el fuego y luego subir por otra escalera en el lado opuesto”. Al final la pequeña Vera vio una playa con arena y palmeras, exactamente igual a la de Salinas en el Ecuador, que es el lugar donde llegó en barco desde Europa.

Y después surgió lo que Vera llama su “experiencia iniciática” en el teatro, de la mano del recordado director alemán Carlos Lowenberg quien, junto a otros colaboradores y aficionados, fundó el Teatro de Cámara Alemán. Actuar era mi vida, dice Vera. Y durante diez años lo hizo en importantes obras de autores universales como El zoológico de cristal de Tennesee Williams; El niño soñador de O’Neel; Viaje feliz de Thorton Wilder o Petición de mano de Chéjov, entre muchas otras. Se encerraba durante 3 a 4 horas a ensayar, para escuchar su voz en diferentes tonalidades. Como si perdiera y al mismo tiempo encontrara algo. Esta obsesión la llevó a estudiar teatro “en serio” en el famoso Actor’s Studio de Nueva York.

Cuenta que una noche sus padres la encontraron dormida sobre un libro de Schiller, La campana, vencida por el cansancio y la largura de los versos que debía memorizar. En ese ejercicio de vitalidad y placer, también aprendió de memoria muchas escenas de obras de teatro que después, en las reuniones familiares, recitaba.

El teatro, dice con un acento nostálgico, es un mundo fantástico, lleno de mitos, de irrealidad. Y me señala la habitación donde ahora estamos: “aquí me encerraba a trabajar mis diálogos, largas horas del día”. ¿Entrar y salir de la realidad? Desde niña ese fue un ejercicio cercano al dolor, “como si a uno le arrojaran un tonel de agua fría”.

Vera confiesa que se identificó tanto con los personajes, siendo espectadora al comienzo y después como actriz, que se perdía a sí misma. Entonces se produjo una división entre dos niveles de conciencia: “mi identificación con el arquetipo era tan fuerte que el yo de la niña –y después de la mujer– desaparecía completamente, generando una esquizofrenia o condición esquizoide”. Más tarde, cuando actuaba, le sucedía algo similar. Se convertía en el personaje que estaba representando. “Por eso actuaba bien, pero no era actriz. Aprendí después que el actor debe mantener su yo”.

Los sufrimientos y la tragedia son parte de la vida. Y lo dice alguien que ha dedicado su existencia al hecho inusitado de comenzar siempre, alguien que aprendió a entender que las pérdidas son una condición natural del individuo porque todo está en continua transformación. Para que lo nuevo pueda surgir –señala– es preciso enterrar lo anterior, lo que es imposible tener o lo que ya ha caducado. El acto de enterrar contiene un secreto profundo que libera y transforma.

Tal vez por eso su historia en el Ecuador comenzó en la oscuridad total de una noche en una playa desconocida. Y aprendió a ver al país como un amanecer, a manejar una nueva noción de tiempo hasta que pudo volver a incluirse en un todo armónico. “Me encontré en un mundo extraño. Hasta la luna brillaba al revés…”.

Para Vera era muy importante hacer algo creativo. La actuación se convierte en una parte importante de su vida cuando trabaja junto al Dr. Loewenberg quien crea y dirige en Quito el Teatro Intimo en la década de los cincuenta, como una prolongación del Teatro de Cámara Alemán. El grupo, como se reseña en un diario de la época, escogió como centro de operaciones el teatro subterráneo del Bodegón Universitario, ubicado a cincuenta metros de la Plaza de la Independencia.

Sobre su mesa de trabajo, aparecen como de la nada, viejos recortes de periódicos, programas de mano, reseñas de las obras, gastadas fotografías en blanco y negro que Vera las muestra con satisfacción. “En el grupo todos éramos aficionados y como no había dinero, nosotros mismos fabricábamos la decoración, la ropa, la iluminación. En una oportunidad en que actuábamos en la Cueva del Búho, en el sótano del Palacio Presidencial, el portero –un empleado municipal– decidió no encender las luces, así que actuamos muy románticamente con velas. Si él tenía ganas, abría la puerta y si no, había que esperar a que le entraran las ganas”.

Habla de alguno de sus personajes.Antígona de Jean Anouilh quien acepta la muerte porque insiste en enterrar a su hermano a pesar de ir en contra de una ley dictada por el rey; en Pigmalión de Bernard Shaw hizo el papel de la vendedora de flores que habla el inglés vulgar; en el Entremés del Mancebo que casó con mujer brava de Cervantes, actuó de nodriza; en El pedido de mano de Chéjov hizo el papel de Natalia Stepanovna. Menciona a Sixto Salguero como un hombre de teatro íntegro, así como a Francisco Tobar, Álvaro Sanfélix, Patricio Corral, Julián Terneaux, Abelardo Moncayo y Telmo Vásconez. La vigésima quinta representación del Teatro Intimo, según lo recuerda Vera Khon, fue un auténtico suceso cultural. El escritor ecuatoriano Demetrio Aguilera Malta leyó su obra Dientes Blancos que después fue puesta en escena por el grupo; el poeta Jorge Enrique Adoum hizo una reseña del movimiento teatral ecuatoriano, y Humberto Navarro, secretario del Teatro Intimo, pronunció el discurso de apertura de esta velada, la noche del 3 de febrero de 1955.

También sobre su mesa están una caja con crayones de colores y varias hojas de papel que le sirven para que sus pacientes realicen dibujos que después ella los interpreta. Es la necesidad de trascender, porque a través de la meditación el ser humano puede ir más allá de toda imaginación de lo divino: hasta el vacío, la vacuidad de cualquier imagen, sin perturbación, sin ataduras. Volver al uno, a donde se es uno con todo. Encontrar la esencia de la naturaleza búdica. Cuando cumplió 85 años, pudo percibir que el fuego que resplandece en su interior no tiene dos dimensiones, sino que brilla hacia todos los lados o que tiene dos lados a la vez. Donde esté, “miles de líneas me están atravesando: lo que fue y lo que todavía no existe”.

.

IMA45.jpg (1050×700)

.

Vera es memoria y regocijo. Aprender es una forma de constancia y gratitud, y aquello lo vivió en Viena en donde trabajó con un famoso actor del Burhtheater con quien recitó los lamentos de la india por la muerte de su marido, que eran parte de la obra de Jorge Icaza, Huasipungo. Y en este recorrido, Vera menciona con vehemencia la influencia que tuvo en sus decisiones posteriores, haber trabajado y estudiado con el profesor Karlfried von Dürckheim más de tres años.

Entre encuentros y desencuentros, en ese mismo espacio en el que hasta ahora atiende a sus pacientes desde hace muchos años y donde ensayaba largas horas, me asegura que siempre hay un punto de partida para una nueva vida, “de una nueva fe en la vida. Por eso sé que todos nuestros miedos pueden ser superados y que luego dan paso a una paz natural”.

.

Três meses após completar 100 anos de vida,

VERA SCHILLER DE KOHN faleceu dia 29 de junho de 2012 …

.

“Vera Kohn legou a seus alunos o autoconhecimento”
.
.
.https://i0.wp.com/www.freewebs.com/biodanzaecuador/vera.jpg

.

Y en el centro de la Tierra había fuego / Bernhard Hetzenauer, Alemania, Austria, Ecuador, 2013, 78’, color y b/n, alemán, español (con subt.).  El autor lidia con hondas fracturas que han marcado a su familia, mientras nos entrega un bello y sentido retrato de la terapeuta y maestra zen Vera Kohn, fallecida recientemente en Quito, a los cien años de edad.

.

http://cinematecanacionalecuador.com/2013/05/06/estrenos-ecuatorianos-en-el-festival-edoc/

.

Vera 4 Buch kleiner

.

.

MARIA LUIZA DUARTE FRADE – marialuiza.cit@gmail.com

Terapeuta do Colégio Internacional dos Terapeutas – CIT, com abordagem em Terapia Iniciática, Movimento Autêntico e Plena Atenção.

Brasília – DF – Brasil

.

.

2 pensamentos sobre “100 anos de Vera Schiller de Kohn

  1. Comparto a alegria de aqueles que tivemos a sorte de lhe conhecer e ser guiados por ela durante etapas muito importantes no crescimento interior.
    Parabéns pelos 100 anos de Vera Schiller de Kohn

  2. Luiza Frade disse:

    Agradeço sua partilha, Ricardo.
    Sim, é uma felicidade desfrutar da presença de Vera em nossa trajetória humana.

Deixe um comentário